Fiesta: 5 de Noviembre
Padres de Juan el Bautista
La alabanza más sintética, autorizada y profunda que se
ha dicho de este matrimonio es que "ambos eran justos ante Dios". Fue
nada menos que el evangelista san Lucas quien la hizo.
Se sabe que él era sacerdote del templo de Jerusalén y
que su esposa Isabel era pariente —puede ser que prima— de la Virgen María. Se
sabe, también por el testimonio evangélico y por sus propias palabras, que eran
ya mayores y que no habían logrado tener descendencia por más deseada que
fuera.
Un día, cumple Zacarías el oficio sacerdotal y, mientras
ofrece el incienso, ve un ángel —se llama Gabriel— que le dice: "Tu
oración ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo al que
pondrás por nombre Juan".
Aunque Zacarías es un hombre piadoso y de fe, no da
crédito a lo que está pasando. Cierto que los milagros son posibles y que Dios
es el Todopoderoso, cierto que se cuenta en la historia un repertorio extenso
de intervenciones divinas, cierto que conoce obras portentosas del Dios de
Israel, pero que "esto" de tener el hijo tan deseado le pueda pasar a
él y que su buena esposa "ahora" que es anciana pueda concebir un
hijo... en estas circunstancias... vamos que no se lo cree del todo por más que
a un ángel no se le vea todos los días.
El castigo por la debilidad de su fe será la mudez hasta
que lo prometido de parte de Dios se cumpla. Cuando nace Juan —el futuro
Bautista— Zacarías recupera el habla, bendice a Dios y entona un canto de
júbilo, profetizando. También Isabel prorrumpió en una exclamación sublime —que
repetimos al rezar cada Avemaría— cuando estaba encinta y fue visitada por la Virgen : "Bendita tú
entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre". Añadiendo:
"¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas
de parte de Dios!".
Con Zacarías e Isabel la fe es aclamada con exultación y
reconocida en su inseparable oscuridad.
En algunos santorales su celebración está marcada para el
23 de septiembre, en otros el 5 de noviembre.
http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=38781
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