Fiesta: 16 de Noviembre
Reina
De estirpe regia y de santos. Por parte de padre
emparenta con la realeza inglesa y por parte de madre con la de Hungría. Los
santos son, por parte de padre, san Eduardo —llamado el "Confesor"—
que era su bisabuelo y, por parte de madre, san Esteban, rey de Hungría.
Nació del
matrimonio habido entre Eduardo y Agata, en Hungría, con fecha difícil de
determinar. Su padre nunca llegó a reinar, porque al ser llamado por la nobleza
inglesa para ello, resulta que el normando Guillermo el Conquistador invade sus
tierras, se corona rey e impone el juramento de fidelidad; al poco tiempo murió
Eduardo de muerte natural.
Pero esta situación
fue la que hizo que Margarita llegara a ser reina de Escocia por casarse con el
rey. Su madre había previsto y dispuesto que la familia regresara al continente
al quedarse viuda tras la muerte de su esposo y, bien sea por necesidad de
puerto a causa de tempestades, bien por la confianza en la buena acogida de la
casa real escocesa, el caso es que atracaron en Escocia y allí se enamoró el
rey Malcon III de Margarita y se casó con ella.
Es una mujer
ejemplar en la corte y con la gente paño de lágrimas. Se la conoce delicada en
el cumplimiento de sus obligaciones de esposa; esmerada en la educación de los
hijos, les dedica todo el tiempo que cada uno necesita; sabe estar en el sitio
que como a reina le corresponde en el trato con la nobleza y asume
responsabilidades cristianas que le llenan el día. Señalan sus hagiógrafos las
continuas preocupaciones por los más necesitados: visita y consuela enfermos
llegando a limpiar sus heridas y a besar sus llagas; ayuda habitualmente a
familias pobres y numerosas; socorre a los indigentes con bienes propios y de
palacio hasta vender sus joyas. Lee a diario los Libros Santos, los medita y lo
que es mejor ¡se esfuerza por cumplir las enseñanzas de Jesús! De ellos saca
las luces y las fuerzas. De hecho, su libro de rezos, un precioso códice
decorado con primor —milagrosamente recuperado sin sufrir daño del lecho del
río en que cayó— se conserva en la biblioteca bodleiana de Oxford (Inglaterra).
También se ocupó de
restaurar iglesias y levantar templos, destacando la edificación de la abadía
de Dunferline.
Puso también empeño
en eliminar del reino los abusos que se cometían en materia religiosa y se
esforzó en poner fin a las abundantes supersticiones; para ello, convocó
concilios con la intención de que los obispos determinaran el modo práctico de
exponer todo y sólo lo que manda la
Iglesia y las enseñanzas de los Padres.
"Gracias, Dios
mío, porque me das paciencia para soportar tantas desgracias juntas". Esta
fue su frase cuando le comunicaron la muerte de su esposo y de su hijo Eduardo
en una acción bélica. Fue cuando marcharon a recuperar el castillo de Aluwick,
en Northumberland, del que se había apoderado el usurpador Guillermo. Ella
soportaba en aquellos momentos la larga y penosísima enfermedad que le llevó a
la muerte el año 1093, en Edimburgo.
Es la reina
Margarita la patrona de Escocia, canonizada por el papa Inociencio IV en el año
1250. Pero no pueden venerarse sus reliquias por desconocerse el lugar donde
reposan. Por la manía que tenían los antiguos de desarmar los esqueletos de los
santos, su cráneo —que perteneció a María Estuardo— se perdió con la Revolución francesa,
porque lo tenían los jesuitas en Douai y, desde luego, no salieron muy bien
parados sus bienes. El cuerpo tampoco se pudo encontrar cuando lo pidió
Gelliers, arzobispo de Edimburgo, a Pío XI, aunque se sabe que se trasladó a
España por empeño de Felipe II quien mandó tallar un sepulcro en El Escorial
para los restos de Margarita y de su esposo.
Aunque les duela
esa carencia de reliquias a los escoceses, tienen sin embargo el orgullo de
disfrutar en su historia de las grandes virtudes de una mujer que supo primar
su condición cristiana a su condición de reina. O mejor, que ser reina no fue
dificultad para vivir hasta lo más hondo su responsabilidad de cristiana. O aún
más, supo desde la posición más alta ser testigo de Cristo. Y eso es mucho en
cualquier momento de la
Historia. ¿No será la gente como ella los que se llaman
pobres de espíritu?
http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=629
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